Titulares que impactaron en el comportamiento esta semana:
Focos nacionales e internacionales
En septiembre, en Chile, el Indice de Precios al Consumidor registró su mayor variación desde 2008. En un año, la inflación llegó a su mayor nivel desde noviembre de 2014.
El Fondo Monetario Internacional proyectó un crecimiento para Chile en 2021 y anticipó que los precios aumentarán en un 4,2%, por sobre lo esperado.
El proyecto que busca un 4to Retiro de fondos previsionales continúa su discusión en la Comisión de Constitución del Senado.
En China, los precios aumentaron 0,7% en 12 meses, 0,1 puntos menos que el mes anterior, por debajo de lo esperado por los analistas.
En Estados Unidos, el IPC de septiembre superó a agosto y anotó un incremento de 5,4% en 12 meses.
En Alemania, la producción industrial de agosto retrocedió 5%, moderando su crecimiento interanual.
Banco Central acelera ritmo de normalización monetaria con alza de 125 pb
La decisión del Consejo permitirá calibrar los siguientes movimientos de la tasa, en caso que no se materialicen nuevas inyecciones de liquidez a la economía.
El Banco Central volvió a subir agresivamente la TPM (+125 pb) para ubicarla en 2,75%, muy cerca de su nivel neutral de 3,5%. La unánime decisión del Consejo fue algo superior al consenso de mercado (+75pb), pero en línea con el alza de al menos 100 pb que anticipamos (ver VDM 453: “Sorpresivo IPC de septiembre confirma escenario de fuertes presiones inflacionarias”). En el comunicado, el Consejo destaca que “ha decidido adelantar el retiro del estímulo monetario, anticipando que la TPM se ubicará en su nivel neutral antes de lo previsto en el escenario central del IPoM de septiembre”.
Entre los principales factores detrás de esta decisión está el fuerte crecimiento de la economía, con un dinamismo más transversal no solo en consumo –destaca la recuperación de varios sectores rezagados–, sino también en rubros ligados a la inversión. A lo anterior se suman las presiones inflacionarias derivadas de factores locales –estrechez del mercado laboral y fuerte crecimiento de la demanda interna–, factores externos –precio de bienes importados y disrupciones en las cadenas de suministro– y la significativa depreciación del tipo de cambio.
Hacia adelante, el Consejo señala que “la trayectoria de la TPM será evaluada en el IPoM próximo, teniendo presente la necesidad de evitar que se produzca un aumento más persistente de la inflación que la lleve a desviarse de la meta de 3% a dos años plazo”. Con todo, este agresivo movimiento de la tasa le otorga grados de libertad al Banco Central para calibrar el ritmo de normalización monetaria en las siguientes reuniones. De aprobarse un cuarto retiro de fondos de pensiones, podría haber nuevas alzas agresivas de la tasa, que la sitúen sobre su nivel neutral ya a comienzos del próximo año, antes de lo contemplado en el último IPoM. Por el contrario, en caso de que el nuevo retiro no prospere en el Senado, el Consejo contaría con espacio para reducir la velocidad de alzas y evaluar la trayectoria de la inflación en el horizonte de política.
Adicionalmente, el Consejo acordó suspender el programa de reposición y ampliación de reservas iniciado en enero de 2021. A la fecha, el programa había acumulado reservas por un monto de US$7.400 millones, algo por debajo de los US$12.000 millones considerados al inicio. La suspensión, según menciona el comunicado, obedece a “la evolución reciente del mercado financiero y el nivel de reservas internacionales ya alcanzado” y si bien podría tener algún sesgo a la baja para el tipo de cambio, prevemos que el impacto sería más bien acotado.
Posible cuarto retiro de fondos e incertidumbre política estrechan las condiciones financieras
Riesgos inflacionarios llevan al Banco Central a acelerar la velocidad de alzas de la TPM, acercándola rápidamente a su nivel neutral.
Puntos destacados
Mercados financieros locales han estado sujetos a un fuerte estrés por un posible nuevo retiro de fondos de pensiones. Las tasas de interés de largo plazo han subido de manera intensa y se ubican en sus máximos de 10 años, mientras que el peso se ha depreciado y la bolsa ha caído.
Presiones inflacionarias se hacen evidentes. El sorpresivo IPC de septiembre (1,2%), la posibilidad de una nueva inyección de liquidez y la depreciación de la moneda harán que la inflación siga subiendo en los próximos meses y se mantenga arriba de la meta por un tiempo prolongado.
Crecimiento alcanzaría 11% este año. El Imacec de agosto sorprendió al alza, por la importante recuperación de los servicios y los niveles récord del comercio. En septiembre los indicadores preliminares siguen siendo positivos y el IMCE se mantiene en máximos de casi una década. De concretarse un cuarto retiro de fondos previsionales, el crecimiento de este año podría superar el 11%, pero el próximo la desaceleración sería más abrupta.
Mercado laboral permanece lastrado por una oferta contenida. La demanda por trabajo se ha incrementado, pero la tasa de participación aún no se recupera a los niveles previos a la pandemia. La mejora en las condiciones sanitarias y el retorno a las clases presenciales permitirá que muchas personas dedicadas al cuidado del hogar se reintegren a la fuerza de trabajo. Esto debiese dar un impulso al empleo en la última parte del año.
Banco Central acelera ritmo de normalización monetaria. De manera unánime el Consejo decidió subir la TPM en 125 pb para acercarla a su nivel neutral. Hacia delante son posibles nuevos movimientos agresivos de la tasa, lo que dependerá en gran medida de la materialización de un nuevo retiro de fondos de pensiones.
Presupuesto 2022 contempla significativo recorte del gasto público. Con una disminución del 22,5% en el desembolso fiscal –respecto a los niveles excepcionales que alcanzaría la ejecución en 2021– la propuesta del Gobierno da el primer paso para encauzar la política fiscal en una senda sostenible. De acuerdo con lo estimado por la autoridad, el déficit fiscal pasaría de un 8,5% del PIB este año a 2,8% el próximo, mientras que la deuda pública se estabilizaría en torno a 40% del PIB hacia 2025.
Mercados internacionales se preparan para el inicio del retiro de estímulos por parte de los principales bancos centrales. La inflación y la situación financiera en China siguen siendo focos de preocupación. Así, el FMI revisó levemente a la baja sus proyecciones de PIB para 2021 a 5,9% y las mantuvo en 4,9% para 2022.
Economía ya se ubica por sobre su tendencia
El Imacec de agosto (19,1%) volvió a sorprender al alza, dando cuenta del fuerte dinamismo del consumo. El comercio, por cuarto mes consecutivo, se situó en niveles similares a los de un mes de diciembre, cuando por estacionalidad alcanza los valores más altos del año. Por su parte, los servicios tuvieron un avance importante (2,1% m/m) favorecido por el proceso de desconfinamiento. Con ello, ya superaron su nivel previo a la pandemia, aunque todavía mantienen una brecha respecto a su tendencia.

En septiembre, la disminución de casos y la vacunación permitió seguir avanzando con el proceso de desconfinamiento, lo que llevó a que el 95% de la población nacional se encontrara en comunas en Fase 4. Así, varios indicadores disponibles para el mes siguen mostrando avances en la actividad (el IMCE se ubica en máximos desde 2012 y la movilidad se ubicó por sobre sus niveles prepandemia). Estos antecedentes nos llevan a estimar un nuevo avance mensual para el Imacec de septiembre, con lo que su variación anual alcanzaría 12%, algo menor que los registros recientes debido a bases de comparación más exigentes. Con ello, el crecimiento para el año se empinaría hasta 11%.

De concretarse un cuarto retiro de fondos previsionales, el consumo seguirá por sobre su tendencia y podría comenzar a moderarse recién en la primera parte del próximo año, cuando se reflejen con mayor nitidez las condiciones monetarias más estrechas y el menor impulso fiscal. En ese escenario, la actividad este año superaría el 11%, pero la desaceleración posterior sería más intensa, con lo que en 2022 la economía podría expandirse por debajo del 1,5% de nuestro escenario base.
Tal como hemos comentado en informes previos, para dar sustento a la actividad hacia delante, una vez que se normalice el consumo, será clave un mayor dinamismo de la inversión. Si bien en lo más reciente algunos indicadores han repuntado por la reactivación de proyectos que estaban detenidos por la pandemia, aún no se vislumbran nuevos proyectos que puedan darle un impulso sostenido a este componente del gasto. Para que ello ocurra, serán importantes las señales provenientes del mundo político y que la incertidumbre se vaya acotando.

Mercados financieros locales han estado sujetos a un fuerte estrés por un posible nuevo retiro de los fondos de pensiones
Tal como anticipábamos en nuestro informe previo, los activos financieros locales han estado sujetos a una elevada volatilidad en las últimas semanas debido al avance del proyecto de reforma constitucional para un nuevo retiro de fondos previsionales. Este ya fue aprobado por un estrecho margen en la Cámara (94 votos a favor, solo uno más de los 93 requeridos para el quórum de 3/5), y ahora se encuentra en discusión en el Senado hasta fines de octubre, fecha en la cual se realizará la votación en Sala. Aun cuando el resultado es incierto (el quórum requerido es de 26 votos a favor), los mercados han internalizado que existe una elevada probabilidad de aprobación.
De ocurrir, esto implicaría una nueva inyección de liquidez a la economía de entre seis y siete puntos de PIB (más de US$ 16.500 millones) y obligaría a una nueva liquidación de instrumentos financieros por parte de las AFP. La inyección de recursos se daría en un contexto donde la demanda interna ya se encuentra por sobre su tendencia -debido al elevado crecimiento del consumo apuntalado por los retiros anteriores y las ayudas estatales- y donde las presiones inflacionarias ya se han hecho evidentes.
Asumiendo que los fondos de pensiones mantienen la diversificación de cartera de fines de agosto -que ya exhibe una baja presencia de instrumentos más líquidos, como los depósitos a plazo-, lo anterior implicaría ventas de instrumentos estatales por US$ 2.700 millones, lo que, distribuido en el plazo de 15 días hábiles que estipula el proyecto de ley, equivaldría a 1,4 veces el volumen de transacciones diarias en el mercado secundario. Del mismo modo, la liquidación de acciones alcanzaría el 40% de las transacciones y la desinversión de instrumentos extranjeros podría implicar la venta de dólares spot por el equivalente a 52% de la posición compradora del mercado cambiario formal (US$ 1.150 millones).
Estas potenciales liquidaciones masivas han empezado a impactar los precios de los activos y, aun cuando el Banco Central pudiera implementar nuevamente un programa especial de compra y venta de instrumentos financieros para moderar los efectos de corto plazo, su materialización podría tener efectos más severos y permanentes sobre los mercados financieros, debido al debilitamiento del mercado de capitales y las presiones inflacionarias que generaría el hecho de continuar con sucesivos retiros parciales e incluso la posibilidad de rescatar el 100% de los fondos, como ha sido propuesto por algunos parlamentarios y un candidato presidencial.
En este contexto, las tasas de interés de largo plazo han subido con mucha intensidad, casi 130 pb en el transcurso de un mes, llevando el BTP a 10 años a valores en torno a 6,7% y el BTU a 10 años por sobre 3,5%. Estos constituyen los mayores niveles en 10 años y están por sobre la cotización de los bonos soberanos de países de la región con clasificación de riesgo inferior a Chile – Perú cuenta con una clasificación de riesgo dos notchs más bajas que Chile y Colombia cinco notchs por debajo de nuestro país. La bolsa, en tanto, ha retrocedido 9,6%, ubicándose nuevamente por debajo de los 4.000 puntos. Detrás de esta caída no solo han incidido factores locales por cuanto también se han producido ajustes en los mercados internacionales.
El peso también se ha depreciado con fuerza, casi 4%, con lo que el tipo de cambio ha escalado hasta $ 825. El Banco Central en su reunión de octubre acordó suspender el programa de reposición y ampliación de reservas iniciado en enero de 2021. A la fecha, el programa había acumulado reservas por un monto de US$7.400 millones, algo por debajo de los US$12.000 millones considerados al comienzo.
Todo lo anterior se da en un contexto donde comienzan a surgir nuevos riesgos a nivel global. En particular, los problemas financieros de algunas empresas inmobiliarias chinas han generado dudas respecto del crecimiento de mediano plazo de ese país, a lo que se agregan problemas en su sector energético en el corto plazo. Esto abre la posibilidad de correcciones a la baja en el precio del cobre. Por su parte, la materialización del proceso de normalización monetaria en Estados Unidos podría generar disrupciones en los mercados financieros globales, con el consecuente impacto en los activos locales y presiones adicionales sobre el peso.

Sorpresivo IPC de septiembre confirma escenario de fuertes presiones inflacionarias
El IPC de septiembre subió 1,2% m/m, el registro más elevado desde junio de 2008 y muy por sobre lo que se esperaba (Santander: 0,8%; Bloomberg: 0,8%, EEE: 0,6%). El aumento fue generalizado, observándose incidencias positivas en todos los componentes de la canasta. Las mediciones subyacentes también exhibieron altas variaciones. El IPC SAE avanzó 0,9%, mientras que el IPC excluyendo los volátiles lo hizo en 0,8%, lo que explicó más de la mitad de la variación total del índice. Con esto, la inflación anual alcanzó 5,3%, el nivel más alto desde fines de 2014.
Parte de la sorpresa inflacionaria se explicó por alzas de precios en los servicios que volvieron a medirse directamente. En particular, destacó el pasaje aéreo (+23,5%), que, luego de 17 meses de imputaciones con variación 0,0%, capturó las alzas efectivas acumuladas en el periodo abril 2020 – septiembre 2021. Por otra parte, destacaron los incrementos en los precios de automóviles nuevos (+4,5%) y en la carne de vacuno (alza histórica de 9,2%; incidencia de 0,2%).
El elevado registro de septiembre confirma un escenario de fuertes presiones inflacionarias, tanto por alzas en los costos importados y estrecheces por el lado de la oferta, como por una demanda muy dinámica estimulada por las ayudas estatales y las inyecciones de liquidez. Esto, en un contexto donde el tipo de cambio se ha depreciado de manera relevante.
Hacia delante, estimamos que los precios seguirán incrementándose de manera importante, aunque es posible que en octubre el registro sea más bajo por la devolución de algunos ítems que subieron de manera transitoria. Con todo, prevemos que la inflación cerrará 2021 en torno a 6%, por sobre lo estimado por el Banco Central en su último IPoM (5,7%). De materializarse un cuarto retiro de fondos de pensiones, el aumento de precios podría ser aún mayor y se reflejaría entre fines de año y comienzos del próximo.

Banco Central acelera ritmo de normalización monetaria
El sorpresivo IPC de septiembre (1,2% m/m; 5,3% a/a) demostró que las presiones inflacionarias que enfrenta la economía son mayores a las contempladas previamente. Esto, sumado a la posibilidad de una nueva inyección masiva de liquidez por los retiros de los fondos de pensiones y la depreciación del tipo de cambio, ha llevado a fuertes revisiones al alza en las perspectivas inflacionarias de mediano plazo. Así, tanto la Encuesta de Operadores Financieros (EOF) como la de Expectativas Económicas (EEE) prevén que los precios superarán la meta de 3% en el horizonte de política, en tanto que los seguros de inflación apuntan a un IPC cerrando 2021 por sobre 6% y en 2022 en torno a 4%, en el límite superior del rango de tolerancia.
En este contexto, el Banco Central en su reunión de octubre volvió a subir agresivamente la TPM (+125 pb) para ubicarla en 2,75%. La unánime decisión del Consejo fue superior a la visión de una parte del mercado que apuntaba a alzas entre 75 pb y 100 pb (EOF y EEE), pero algo menor a lo implícito en las tasas swap (150pb). El alza también estuvo por sobre lo que señalaba el corredor de tasas del IPoM de septiembre, dando cuenta de un pronunciado adelantamiento del retiro del estímulo monetario a efectos de evitar un desanclaje de las expectativas
Tras la decisión, las tasas de mercado volvieron a elevarse (30 pb en promedio). Con ello, las tasas inferiores a un año acumulan alzas por sobre 140 pb respecto a nuestro Informe anterior y sugieren que la tasa de política llegaría a 3,75% a fines de este año y a 6% a fines de 2022.
En su comunicado, el Consejo señaló que la TPM alcanzará su valor neutral (3,5%) antes de lo previsto. En este contexto, nuestro escenario base contempla que la TPM llegará a este valor a fines de 2021, considerando un nuevo aumento en la reunión de diciembre por al menos 75 pb. Durante 2022, prevemos una trayectoria de alzas más moderada para finalizar en torno a 5%. Esto asume que las presiones inflacionarias tenderían a ceder debido al ajuste en la demanda agregada -y el consumo- derivado del menor impulso fiscal y monetario.

En este sentido, el principal riesgo para la conducción monetaria continúa siendo la aprobación de nuevas medidas de inyección de liquidez, que no permitan el ajuste necesario de la demanda y se mantengan elevados registros de IPC. De todos modos, el significativo movimiento de la TPM le otorga grados de libertad al Banco Central para calibrar el ritmo de normalización monetaria en las siguientes reuniones. De aprobarse un cuarto retiro de fondos de pensiones podría haber nuevos incrementos de la tasa, que la sitúen sobre su nivel neutral ya a comienzos del próximo año. Por el contrario, en caso de que el nuevo retiro no prospere en el Senado, el Consejo contaría con espacio para reducir la velocidad de alzas sujeto a la trayectoria de la inflación en el horizonte de política.
Mercado laboral se recupera, pero sigue lejos de la situación previa a la pandemia
Por segundo mes consecutivo los ocupados aumentaron en cerca de 110 mil, confirmando que el avance del desconfinamiento ha permitido una recuperación del mercado laboral. Sin embargo, aún existen cerca de 700 mil puestos de trabajo menos en relación al escenario previo a la pandemia, con alta heterogeneidad entre sectores. Algunos, como la construcción y el transporte registran niveles de empleo similares a los de agosto de 2019, mientras que los servicios profesionales tienden a ubicarse incluso por sobre los niveles de dicho período. Por otra, sectores como restaurantes y hoteles, agricultura y servicio doméstico se mantienen muy por debajo de los niveles de hace 24 meses (-23%, -26% y -32%, respectivamente). Es esperable que parte de estas brechas se mantenga en el tiempo, considerando que las medidas de confinamiento aceleraron procesos de ajustes en algunos sectores que podrían haberse vuelto menos intensivos en trabajo. Un ejemplo en ese sentido es el comercio, que, a pesar de presentar niveles récord de actividad, continúa cerca de 8% menos de empleo que hace dos años.

Más allá de cambios en la demanda sectorial de empleos -que podrían influir en la velocidad de ajuste de la ocupación- también ha incidido una lenta normalización de la fuerza de trabajo, que en agosto se incrementó en solo 82 mil personas. Con ello, la participación laboral se mantiene en torno a 57%, muy por debajo de niveles históricos. En esto puede estar afectando, además de la alta liquidez con la que cuentan las familias -y que podría estar demorando la decisión de reincorporación, especialmente en algunos sectores económicos- el hecho de que hasta agosto las necesidades de cuidados en el hogar persistían como una restricción para la búsqueda de empleos, toda vez que la vuelta a clases presenciales seguía siendo parcial.
Las restricciones por el lado de la oferta laboral se han plasmado en la dificultad para llenar las vacantes de empleo. Así, el último reporte del Sistema de Bolsas de Empleo indica que, si bien las vacantes se ubican 77% sobre la referencia previo a la pandemia, las postulaciones alcanzan aproximadamente solo a la mitad de lo observado en dicho período.
Ley de presupuesto da un primer paso en la necesaria consolidación fiscal
El proyecto de ley de presupuestos para el próximo año contempla una reducción del gasto de 22,5% respecto al cierre estimado para 2021 (un incremento de 3,7% respecto al presupuesto aprobado para este año) lo que hará retroceder la razón gasto a PIB desde un 32% a un 24% de PIB, cifra coherente con la observada antes de la pandemia.
El ajuste fiscal se concentra en el gasto corriente -que cae 28% respecto a la proyección para este año-, mientras que el gasto en capital se incrementa 17,6%. Si bien el aumento de la inversión pública es sustantivo y va en línea con la necesidad de apuntalar la actividad más allá del shock de consumo, la velocidad de ejecución de proyectos podría verse afectada al tratarse del primer año de un nuevo gobierno, lo que conlleva un período de adaptación y posibles cambios de énfasis por parte de nuevas autoridades.
De acuerdo con las proyecciones de la Dipres, a pesar de un precio del cobre que se mantendría alto, en torno a US$ 4 la libra, los ingresos sufrirían una caída de 7% el próximo año. Esto, debido a la alta base de comparación que deja la reversión de medidas tributarias aplicadas en 2020 y que generaron mayores ingresos este año.

Con esto, el déficit fiscal pasaría desde 8,5% de PIB este año hasta 2,8% de PIB el próximo, mientras que su contraparte estructural disminuiría desde 11,5% hasta 3,9% de PIB. Esta reducción constituye un primer paso para encauzar la dinámica de la deuda a una trayectoria sostenible en el mediano plazo. Hacia delante, la expansión del gasto deberá calibrarse cuidadosamente de manera que los déficits efectivos se mantengan acotados.
El Consejo Fiscal Autónomo (CFA) también ha enfatizado la necesidad de realizar un importante ajuste en 2022. De acuerdo con distintas simulaciones efectuadas por este organismo, de no ocurrir este ajuste la deuda pública podría llegar a superar el 50% de PIB a partir de 2025. El Consejo ha llamado la atención, además, respecto del gasto en intereses que implicarían mayores niveles de deuda. Actualmente este ítem alcanza cerca de 1% de PIB, pero podría moverse a un rango de entre 2% y 5% del PIB por año según distintos escenarios del CFA.
Junto con el Presupuesto, el Ejecutivo ingresó al Congreso un proyecto que modifica la Ley de Responsabilidad Fiscal. De acuerdo con este, cada Gobierno tendrá que fijar una meta para la Posición Financiera Neta al final de su periodo, además de definir la senda de balance estructural coherente con ella. Si bien la propuesta resulta interesante dentro de la discusión que se ha dado respecto a limitar la deuda pública, es importante que exista voluntad política para contener los déficits y relevar la importancia de una situación fiscal sana. Por lo mismo, las señales que pueda dar el próximo gobierno en este plano serán muy relevantes.
Mercados se preparan para el inicio del retiro de estímulos por parte de la FED
En el ámbito internacional, los contagios por la variante Delta se alejan del peak observado hace un mes, deteniendo el deterioro en las perspectivas económicas, especialmente las ligadas al sector de servicios. Sin embargo, el sector manufacturero se mantiene afectado por las disrupciones en las cadenas de valor y, en lo más reciente, por las estrecheces del sector energético en China, que ha debido ajustarse a regulaciones más estrictas para avanzar en las disminuciones de emisiones de carbono.

La inflación sigue siendo un motivo de preocupación que se ha visto agravado por la fuerte alza en el precio del petróleo (19% en un mes). Esto ha reforzado las visiones de políticas más hawkish por parte de los principales bancos centrales, elevando los rendimientos de los tesoros de largo plazo en 23pb en promedio durante las últimas semanas.
En su última intervención, el presidente de la Fed, Jerome Powell, apuntó a un inicio del retiro de los estímulos cuantitativos (tapering) tan pronto como en la reunión del 2 y 3 de noviembre, debido al sólido avance de la actividad (PIB 2T21: 6,7% vs. 6,3% el 1T21). La probabilidad de que el tapering efectivamente se anuncie en la próxima reunión se ha visto reforzada por las señales de la Minuta – que indica que podría darse el inicio a una moderación gradual de la compra de activos a partir de mediados de noviembre o diciembre, concluyendo en la mitad del 2022- y las últimas lecturas del mercado laboral que, con matices, siguen mostrando avances (tasa desempleo: 4,8% vs. 5,2% previo; empleos ADP: 568.000 vs. 374.000 en agosto; subsidios iniciales de desempleo: 293.000 vs. 319.000 esperados). Por su parte, los “dots” de septiembre dieron cuenta de un adelanto en el inicio de la normalización de la tasa de referencia, con nueve miembros (de un total de dieciocho) previendo un incremento en 2022, en línea con la revisión al alza en las proyecciones de inflación -que se mantendría por sobre la meta de 2% hasta 2024-, y con una nueva sorpresa en septiembre (IPC: 0,4% m/m vs. 0,3% esperado) que sustenta la altas presiones existentes, llevando la medida anual a 5,4%, el nivel más alto desde julio de 2008 (5,6%).
El plano político en EE.UU. ha estado dominado por la discusión sobre el límite de la deuda, luego de que la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, instara a lograr un acuerdo antes del 18 de octubre, al cual se llegó, suspendiendo transitoriamente el techo de la deuda hasta fin de año para evitar el cese de pagos. Ante la posibilidad del cierre parcial del gobierno, el presidente Biden firmó un proyecto de ley que extiende la financiación hasta el 3 de diciembre, mientras continúan las negociaciones sobre los planes de gasto y una suspensión definitiva del límite de la deuda.

En la Zona Euro, la inflación pasó a ser uno de los principales focos de atención luego de que el IPC de septiembre escalara hasta 3,4% en términos anuales (3% la cifra previa), impulsando la discusión respecto del timing apropiado para empezar a retirar los estímulos monetarios y hacer los esfuerzos por anclar las expectativas de mediano plazo en torno al objetivo de 2%. Las cifras de actividad han dado señales mixtas: las ventas minoristas de agosto decepcionaron (0,3% m/m vs. 0,8% esperado), con un nulo avance en doce meses (0,0% vs. 3,1% previo) y el PMI manufacturero de septiembre se ralentizó por tercer mes consecutivo (58,6 vs. 61,4 anterior). Sin embargo, la lectura final del PMI de servicios fue levemente mejor de lo que se esperaba (56,4 vs. 56,3 esperado), anticipando un menor impacto del reciente aumento de contagios hacia adelante.
La situación financiera del gigante asiático también ha sido un factor de preocupación, luego que Evergrande, una inmobiliaria con pasivos por más de US$ 300 mil millones, incumpliera obligaciones de deuda en dólares que podrían llevar a su quiebra. Si bien es posible que este sea finalmente el desenlace para esta empresa, el riesgo de un problema financiero a nivel global parece acotado. Con todo, lo anterior da cuenta de un sector inmobiliario que perderá dinamismo y con ello podría disminuir el crecimiento de China, el cual ya ha dado muestras de alguna desaceleración. También se conocieron cifras del comercio exterior que, a pesar de mantenerse dinámico, dio señales mixtas en septiembre (exportaciones: 28,1% a/a vs. 21,5% esperado; importaciones: 17,6% a/a vs. 20,9% previsto.
En este contexto, el FMI revisó levemente a la baja sus previsiones de actividad para el año, desde 6,0% en julio hasta 5,9%, mientras que para 2022 mantuvo su estimación en 4,9%. Destaca la corrección a la baja para las economías avanzadas en 2021 a 5,2% (-40 pb respecto de julio), en contraste con las favorables perspectivas de mercados emergentes y en desarrollo (6,4% en 2021 y 5,1% para 2022). A pesar de ello, advirtió que las preocupaciones sanitarias, los problemas de suministro, el rezago en el empleo y las presiones de precios mantienen la incertidumbre elevada.
Con todo, los índices bursátiles retrocedieron de manera generalizada en el último mes (MSCI global: -3%), liderados por el bloque emergente (-3%); Latam (-7%) y Japón (-4%), con un dólar global fortalecido (DXY: -2%).
Oferta más restringida eleva el precio del petróleo
Una sostenida tendencia alcista viene registrando el precio del crudo presionado por una oferta más estrecha, incidida por la significativa disminución de la producción de EE.UU. (un millón menos de barriles equivalentes al 1% de la producción mundial). Esto, tras el paso del huracán Ida hace unas semanas, cuyos daños incidieron en la infraestructura del sector. A lo anterior se agrega la decisión de la OPEP ampliada de mantener acotada su producción y el fuerte aumento del precio del gas natural, lo que estimula la sustitución por derivados del petróleo en algunas industrias, implicando un incremento adicional de la demanda por crudo.
El desequilibrio entre oferta y demanda se ha traducido en nuevas caídas de los inventarios, destacando en el caso de EE.UU., el mayor consumidor mundial de petróleo, en que tanto los inventarios de crudo como los de gasolinas están en la parte baja del rango de los últimos cinco años. De este modo, el precio del WTI ha llegado a superar los US$ 80 el barril, mientras que el Brent se ha acercado a los US$ 84, sus mayores niveles desde 2014. Las proyecciones del mercado se han ido ajustando al alza, destacando algunos bancos de inversión que elevaron su proyección del precio del Brent para fines de año a US$ 90.

Por su parte, tras mantenerse muy estable desde mediados de junio (en torno a US$ 4,2 la libra), el precio del cobre volvió a experimentar fuertes alzas, acumulando un aumento de 10% en las últimas dos semanas (superando los US$ 4,5 la libra), debido a ajustes de inventarios. Las perspectivas de un menor crecimiento de China en los próximos trimestres constituyen por el momento el principal factor que determinaría el precio en los próximos meses. De esta forma, lo más probable es que se tienda a precios algo inferiores a los actuales, considerando además que China estaría dispuesta a vender parte de sus reservas en lo que resta del año para contener presiones inflacionarias por alzas de materias primas.

De acuerdo con el último informe trimestral de Cochilco sobre el mercado mundial del cobre, para este año se proyecta un déficit de 153 mil toneladas métricas, mientras que para el próximo se estima un superávit de 190 mil toneladas. El crecimiento de la demanda, estimado en 2,4% este año y 3,0% el próximo seguiría siendo liderado por China, mientras que por el lado de la oferta, en la producción de mina, Chile mantendría el primer lugar, si bien Perú seguiría acortando distancia, con crecimientos de 6,0% y 7,0% en 2021 y 2022, contra solo 0,0% y 1,6% de Chile.
Fuentes: AFP CAPITAL. APPLE, INC., Banco Central, Bloomberg, DIPRES, INE, Ministerio de Hacienda, Ministerio de Salud, Santander, Servicio de Evaluación Ambiental)