Titulares que impactaron en el comportamiento esta semana:
Focos Nacionales e Internacionales
En Chile, el Banco Central aumentó la tasa de interés hasta 9,75%, para enfrentar las presiones inflacionarias.
Por otro lado, el organismo decidió intervenir el mercado cambiario tras la histórica alza del dólar, bajando a $926 esta semana.
En la eurozona, la inflación aumentó en línea con lo esperado por los analistas, ubicándose en 0,8% en junio y 8,6% en doce meses.
Preocupación por recesión global hace caer los precios de las materias primas
Bajas en los precios del petróleo y de los granos permitirá que la inflación global comience a ceder. Aun así, las tasas seguirán subiendo en el corto plazo.
Puntos destacados
Datos de actividad de las principales economías siguen mixtos. Sin embargo, el impacto del estrechamiento de las condiciones financieras, los efectos de la guerra en Ucrania y la fuerte desaceleración de China hacen temer una recesión global.
La inflación se mantiene elevada a nivel global. El dato de IPC de junio en EE.UU. (9,1%) y de Europa (8,6%) vuelven a sorprender al alza, lo que anticipa que el proceso de alzas de tasas continuará en el corto plazo.
Precios de las materias primas retroceden fuertemente, ante perspectivas de una demanda más débil. Al cierre de este informe, el precio del cobre había disminuido más de 25% respecto de sus valores a mediados de junio y el petróleo lo hacía un 15%. Los granos también han caído con fuerza. No solo ante una posible menor demanda, sino que también por la posibilidad de la recuperación de los envíos desde Ucrania.
Actividad local sigue perdiendo fuerza. El Imacec no minero de mayo registró una importante caída y los indicadores disponibles para junio indican que esta tendencia habría continuado.
Paquete de ayuda fiscal por US$1.200 millones contribuirá a moderar desaceleración del consumo. Con todo, la favorable recaudación tributaria de los primeros meses hará que el año cierre con déficit público acotado, en torno a 0,5% del PIB.
Exitosa intervención cambiaria del Banco Central. Luego de que la moneda perdiera valor fuertemente en las últimas semanas, tanto por la caída del precio del cobre, como por el fortalecimiento global del dólar y movimientos especulativos de corto plazo, la inyección de liquidez por hasta US$25 mil millones hizo que la paridad se alineara con sus valores fundamentales, en torno a los $925.
Inflación seguirá subiendo en el corto plazo. Aun cuando el IPC de junio estuvo algo por debajo de lo esperado, los registros de los próximos meses serán elevados debido al impacto de la depreciación de la moneda y los efectos de segunda vuelta. En la última parte del año debiese haber una moderación. Aun así, la inflación cerrará 2022 en torno a un 12%.
Se retrasa fin del ciclo de alzas de la TPM. En su última RPM el Consejo del Banco Central elevó la tasa algo más de lo esperado (75pb) llevándola hasta 9,75%. Es probable que en septiembre la suba en 50pb y que el ciclo de alzas culmine en octubre, con un incremento adicional de 25pb. A comienzos del próximo año se podría iniciar el proceso de recortes.
Temores recesivos se intensifican a nivel global
Las perspectivas de crecimiento global han continuado corrigiéndose a la baja en las últimas semanas, y ya se ubican por debajo del 3% (más de 1pp menos que a comienzos de año). Detrás de esto confluyen una serie de factores. En el caso de EE.UU. está el impacto del aumento de la tasa de referencia por parte de la Fed y la mayor inflación. En Europa ha incidido no solo la mayor inflación, sino que también las disrupciones que han causado la guerra en Ucrania y, en particular, los posibles cortes en el suministro de gas desde Rusia. Por último, en China están los confinamientos por la política de “cero Covid” aplicada por las autoridades y las complejidades que atraviesa su sector inmobiliario, luego del endurecimiento de la regulación financiera del sector impuesta hace un par de años. En este escenario, no se descarta que el mundo enfrente una recesión en los próximos trimestres, aunque, de materializarse, esta debiese ser moderada.
El estrechamiento de las condiciones financieras en EE.UU. ha llevado a un fortalecimiento del dólar multilateral (+3%), el que se ubica en niveles no vistos en 20 años (DXY: 106 puntos). Por su parte, los temores recesivos provocaron una caída significativa de más de 40 pb en las tasas de interés de largo plazo). Los principales mercados bursátiles retrocedieron en el mes (MSCI global: -2%) y se produjo una abrupta caída de los precios de las materias primas, ante las perspectivas de una demanda mundial más débil (índice agregado de commodities: -15%).
En EE.UU., el IPC de junio volvió a sorprender, elevando la medida anual a un nuevo máximo en décadas de 9,1% (8,8% esperado; 8,6% previo). Los componentes subyacentes continuaron elevados (en torno al 6% en doce meses), lo que –sumado a cifras del mercado laboral aún robustas (empleo nóminas no agrícolas: 372 mil vs 265 mil esperados; tasa de desempleo: 3,6% por tercer mes consecutivo)– reforzaron la expectativa de una postura agresiva de la Fed en su reunión de este mes, con un nuevo incremento de la tasa en al menos 75 pb. Las cifras de actividad han brindado señales mixtas, con algunas sorpresas al alza (órdenes industriales: 1,6% vs 0,5% esperado; órdenes de bienes durables: 0,8% vs 0,7%; PMI compuesto: 52,3 vs 51,2 esperado), pero también con datos a la baja (consumo personal 1T22: 1,8% vs 3,1% esperado; gasto personal: 0,2% vs 0,4% esperado en mayo).
En la Zona Euro, el debate entre el debilitamiento económico y la persistencia inflacionaria han dominado los sentimientos de mercado. Si bien algunas cifras de actividad repuntaron (producción industrial: 1,6% a/a vs 0,3%; ventas minoristas: 0,2% vs -0,3% esperado), el pesimismo fue notorio en las últimas encuestas de expectativas de julio (ZEW: -51,1 vs -28 previo; Sentix: -26,4 vs -15,8 previo).
Al cierre de este informe, el dato de inflación de junio tuvo una lectura mixta. Por una parte, el IPC total escaló hasta 8,6% bastante por sobre el 8,1% de mayo. Sin embargo, la inflación subyacente bajó levemente hasta 3,7% (3,8% anterior). Con todo, los mercados han aumentado significativamente la probabilidad de que el Banco Central Europeo suba 50 pb la tasa este jueves (en vez de 25 pb). La presidenta del BCE, Christine Lagarde, dejó el espacio abierto para una subida superior a 25 pb el pasado 28 de junio al sostener que hay claramente condiciones en las que el gradualismo no sería apropiado.
En China, la actividad de junio tuvo un respiro con el levantamiento de los confinamientos aplicados los dos meses previos (PMI compuesto Caixin: 55,3 vs 42,2 previo; producción industrial: 3,9% vs 0,7% previo; ventas minoristas: 3,1% vs -6,7% previo). Sin embargo, la cifra del PIB del 2T22 causó decepción, cayendo más de lo previsto (-2,6% t/t vs -2% esperado, 1,3% previo). Con ello, la medida anual de expansión se corrigió a la baja (0,4% vs 1,2% esperado, 4,8% previo), la menor desde el inicio de la pandemia en 2020.
Fuerte retroceso de los precios de materias primas ante crecientes temores recesivos y fortaleza del dólar
El precio de la gran mayoría de los principales commodities, incluyendo los energéticos, los metales básicos y los alimenticios ha experimentado significativos retrocesos, producto de la mayor probabilidad de una recesión global y la fortaleza del dólar.
En particular, el precio del cobre llegó a retroceder hasta niveles bajo los US$3,2. Esto no se observaba desde noviembre de 2020. Por su parte, el precio del petróleo cayó a niveles de US$95 en el caso del WTI, el menor valor desde abril de este año.
En ambos casos se aprecian dificultades por el lado de la oferta, las cuales deberían moderar las presiones bajistas, aún en un escenario de recesión global que sería de corta y baja intensidad. En el cobre, los dos principales productores mundiales (Chile y Perú) presentan problemas. El primero con una significativa disminución de su producción el primer semestre producto de menores leyes del mineral y, el segundo, por la conflictividad social, lo que se ha traducido en bloqueos a los accesos de yacimientos mineros y algunos atentados incendiarios.
Por el lado del petróleo, en tanto, son evidentes las dificultades de la OPEP para aumentar más su producción, mientras que el efecto de las sanciones a Rusia ha implicado una disminución de la oferta del orden de dos millones diarios de barriles de petróleo y combustibles refinados.
En el caso del gas natural, la tensa situación del suministro de Rusia a Europa –donde recientemente una mantención de 11 días del gasoducto Nordstream junto con la declaración de la rusa Gazprom de incumplimiento por fuerza mayor a un importante cliente en Europa– ha contribuido a mantener elevados los precios del gas.
Respecto a los commodities agrícolas-alimenticios, destaca el caso del trigo, donde las mejores condiciones climáticas en el hemisferio norte han facilitado adelantar las cosechas, mientras que Rusia sostiene conversaciones con Ucrania para que este logre exportar sus granos a través de los puertos del mar muerto, ambos factores empujando a la baja el precio del trigo, así como el de otros granos.
Con todo, las correcciones a la baja en el precio de una amplia variedad de materias primas deben contribuir a moderar las presiones inflacionarias, si bien cabe destacar que al cierre de este informe se ha producido cierta recuperación en los precios, con el cobre subiendo al nivel de US$3,3 la libra y sobrepasando los US$100 el precio del petróleo.
Economía local sigue desacelerándose
Si bien el Imacec de mayo mostró solo un leve retroceso respecto de abril (-0,1% m/m desestacionalizado) y su tasa de crecimiento anual siguió elevada (6,4%), los componentes no mineros exhibieron una contracción relevante (-0,9% m/m desestacionalizado), luego de meses de volatilidad en torno a un nivel constante. La caída estuvo incidida por fuertes contracciones del sector comercio (-2,3% m/m) y de las manufactureras (-1,5% m/m). Los servicios también retrocedieron, aunque de manera acotada (-0,1% m/m). El sector “resto de bienes”, que incluye a la construcción, mostró una sorpresiva aceleración en el margen (1,4% m/m), aunque estimamos es de carácter transitorio.
El empleo de mayo mantuvo un débil crecimiento, con una creación de solo 20 mil puestos de trabajos adicionales. Estos estuvieron liderados por mujeres, en tanto el empleo masculino tuvo una destrucción neta de 2 mil plazas. Con esto, se mantiene una brecha importante en el nivel total de empleo respecto de la situación previa a la pandemia, cercana al 3%. La tasa de desempleo, en tanto, tuvo un moderado aumento respecto de abril y se situó en 7,8%. Considerando la tasa de participación laboral histórica, el desempleo aún se encuentra bastante por sobre los promedios de los años previos a la pandemia, en torno a 12%.
Por su parte, las remuneraciones reales siguieron golpeadas por la inflación, a pesar de haber crecido un 9,6% en 12 meses en términos nominales. Así, ajustados por IPC, los salarios ya llevan ocho meses con variaciones anuales negativas (-1,8% en mayo).
Para junio algunos indicadores muestran que la actividad continuó perdiendo fuerza. La confianza empresarial medida por el IMCE volvió a caer y las importaciones de bienes durables sin automóviles se desplomaron (-29% m/m). Las importaciones de bienes de capital también mostraron un retroceso, luego del alza del mes previo. En el caso del mercado laboral, el índice de vacantes que construye el Banco Central volvió a disminuir, acentuando la tendencia a la baja de los últimos meses.
Con estos elementos, estimamos que el Imacec de junio habría tenido una nueva contracción mensual y su crecimiento anual se ubicaría en torno al 3%. De aquí en adelante, las bases de comparación comenzarán a ser exigentes. Esto, sumado a una caída en el nivel de actividad producto de condiciones financieras estrechas, elevada incertidumbre política interna y un empeoramiento del escenario externo, hará que en la segunda parte del año la economía muestre una caída significativa.
El anuncio del Bono Invierno por un total de US$900 mil millones ayudará a contener la desaceleración del consumo. Sin embargo, la política fiscal seguirá teniendo un carácter contractivo este año. Con ello, mantenemos nuestra proyección de un crecimiento acotado para 2022, en torno a 1,5%.
Paquete de ayuda económica del Gobierno hará que contracción del gasto sea menos intensa
El paquete de ayuda anunciado tiene un costo estimado de US$1.200 millones (en torno a 0,4% del PIB). Dentro de las medidas, destacan la extensión del IFE Laboral hasta el último trimestre del año y un “Bono Invierno” ($120.000 para 7,5 millones de personas). Este nuevo paquete, sumado al anterior, hacen que el gasto del gobierno aumente en US$ 5.151 millones (1,7% del PIB) respecto del presupuesto. Con esto, la caída contemplada para el año sería del orden de 24,5%.
Por su parte, los ingresos han tenido un elevado crecimiento en los primeros meses del año debido a un buen desempeño de los ingresos tributarios, en particular durante mayo. Con todo, la postergación de la operación renta puede que haya distorsionado las cifras de recaudación, por lo que será necesario conocer los datos de mayo para tener una visión más definitiva. Así, estimamos que los ingresos serán mayores a los contemplados previamente –aunque menores a los proyectados en el Informe de las Finanzas Públicas del segundo trimestre—, lo que llevará a que el déficit este año se ubique en torno a 0,5% del PIB, bastante menos que lo estimado a comienzos de año.
Fuerte corrección del tipo de cambio tras la intervención del Banco Central
Durante el mes, los mercados financieros estuvieron sujetos nuevamente a una elevada volatilidad, en particular, del tipo de cambio. La paridad subió de manera significativa, impulsada tanto por la brusca caída del precio del cobre como por el fortalecimiento global del dólar. Sin embargo, también hubo movimientos especulativos, asociados tanto a la dinámica de corto plazo de la moneda como a la confusión que pudieron generar distintas declaraciones de las autoridades.
En este escenario, el tipo de cambio superó la barrera de los $1.000 y se ubicó claramente por sobre sus fundamentales, con una desviación cercana al 10% (Ver Nota Técnica: El tipo de cambio nominal de equilibrio). En este contexto, el Banco Central decidió efectuar una intervención cambiaria por hasta US$25.000 millones, con ventas spot y de derivados junto con un programa swap de divisas. Las ventas spot serían por hasta US$10 mil millones, lo que podría redundar en una caída de hasta 25% en las reservas internacionales. Los movimientos de la moneda posteriores a la intervención han mostrado que esta fue exitosa. El peso se ha apreciado 11%, hasta $930, retornando a niveles coherentes con sus fundamentales.
Hacia delante, la paridad continuará fluctuando al ritmo de los factores externos y del escenario político local. En nuestro escenario base, prevemos cierta recuperación en el precio del cobre a fines de 2022 y un dólar algo más fortalecido, lo que llevaría a que el tipo de cambio cierre el año en un rango de entre $900 y $950.
A diferencia de la moneda, tanto la bolsa local como el mercado de renta fija se mantuvieron relativamente estables durante el mes. El IPSA luego de terminar junio con caídas, en línea con los principales índices bursátiles globales, comenzó una tímida recuperación durante este mes que lo ha llevado a sobrepasar los 5.000 puntos (2% m/m).
Las tasas de interés, por su parte, han tenido movimientos acotados debido tanto a la baja liquidez como al impacto de fuerzas que se contrarrestan. Por un lado, han tendido a ceder en línea con las tasas a nivel global ante las menores perspectivas de crecimiento, mientras que, por otro lado, se han posicionado las mayores presiones inflacionarias y un mayor premio por riesgo país. Así, al cierre de este informe, el BTP10 llegaba a 6,6%, sin cambios respecto a un mes atrás, y el BTU10 a 1,8%, con una caída de 26 pb.
Alto IPC de junio vuelve a elevar la inflación
Si bien el IPC de junio fue menor al esperado (0,9% vs 1,1% Santander; 1,1% Bloomberg), el registro estuvo muy por sobre los valores históricos para el mes (0,1% promedio 2014-2021), donde tradicionalmente la estacionalidad juega a la baja. Con ello, la variación anual del IPC se empinó hasta 12,5%, el mayor registro desde mediados de 1994.
Las medidas subyacentes, aunque algo menores, también fueron elevadas (IPC SAE: 0,8% m/m y 9,9 a/a; IPC sin volátiles: 0,7% m/m y 9,9 a/a) dando cuenta de presiones más persistentes y extendidas, como reveló también el índice de difusión inflacionaria que, pese a disminuir, fue bastante superior al máximo de los últimos años.
En lo que resta del año, el IPC estará condicionado por fuerzas opuestas. Por una parte, la fuerte depreciación del peso de las últimas semanas y los efectos de segunda vuelta de los aumentos de precios previos seguirán presionando al alza. Por otra parte, la caída de los precios de las materias primas a nivel global y la desaceleración de la economía local contribuirán a contener futuros incrementos. En el corto plazo, tenderán a predominar las primeras, por lo que seguiremos viendo variaciones mensuales del IPC elevadas hasta por lo menos septiembre. Hacia fines de año, comenzaremos a advertir una moderación en las alzas, lo que se trasladará hacia 2023. Con todo, revisamos al alza nuestra proyección de inflación para el año, empinándose hasta el 12%.
Se posterga fin de ciclo de alzas de tasas
“El escenario macroeconómico presenta riesgos elevados”. Así comenzó el Banco Central el forward guidance de la Reunión de Política Monetaria de julio, donde subió la TPM en 75 pb, hasta 9,75%, constatando una vez más que la inflación de corto plazo será más alta que lo previsto y que serán necesarios nuevos incrementos de la tasa para lograr que la inflación converja hacia la meta. Con ello, el fin del ciclo de alzas, que estimábamos podría haber concluido en esta reunión o –a más tardar– en septiembre, es probable que se retrase hasta octubre.
Con todo, estimamos que los siguientes movimientos de la TPM serán acotados conforme se comienza a configurar un cuadro de menores presiones inflacionarias de mediano plazo por el deterioro del escenario macroeconómico externo y el debilitamiento de la economía local.
Así, prevemos que la TPM podría escalar otros 50 pb en septiembre y luego, en octubre, de existir evidencia que los registros inflacionarios o la actividad no ceden, es posible una nueva subida de 25 pb. Una vez allí, la TPM se mantendrá estable entre 10,25% y 10,5% hasta fines de año.
El ajuste económico más pronunciado el 2023 daría espacio para que el Consejo inicie el proceso de recortes de tasa a partir del primer trimestre del próximo año. Nuestra visión es algo más dovish que la implícita en los precios de mercado, que prevén que la TPM podría cerrar este año en torno a 11% y luego descender de manera muy gradual en 2023.
(Fuentes: AFP CAPITAL. BANCO CENTRAL. BLOOMBERG, DIPRES, EL DÍNAMO, EL MOSTRADOR, INE, UAI, SANTANDER)